domingo, 30 de junio de 2013

Tú.

Tus cosas, tu cuerpo, tu mirada y la manera en la que esclavizaría tu mundo. Tus pies, como un tenaz arado, haciendo surcos en mis pensamientos. Tus pechos, como rotundas piedras de molino, haciendo harina de mis débiles defensas. Tu piel, bronce para Fidias, tapiz donde buscarme y nunca encontrarme. Tus ojos. No existen palabra en ninguna lengua, viva o muerta, para adjetivar el piélago que contienen tus ojos, bruja. Tu sonrisa, que abre mundos. Tu monte de Venus, dulce como un panal de miel, salado como el Egeo y fértil como una bendición de Démeter. Tu tacto, electrizante, como el relámpago del Olímpico. Y en mi imaginación tu respiración sobre la mía. En mi imaginación tu cuerpo bajo el mío sobre un río de lava ardiente, con tu pelo revuelto en el ardor, tu cuello esclavizado por mi y nuestros cuerpos dibujando un nudo gordiano de gemidos, golpes y explosiones de placer. Carbonizados con la pasión de besos mordiscos y embestidas sin final. Y al final del pasillo, mi obsesión por ti. Tú. Tus cosas, tu cuerpo, tu mirada y la manera en la que esclavizaría tu mundo.

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