miércoles, 16 de enero de 2013

Te extraño.


 “¿Me extrañas?”, me preguntó.
Te extraño como se extrañan los buenos momentos, como se extrañan las ilusiones de cuando eras pequeño en Navidad. Como se extrañan a las personas que cambiaron tu vida. Te extraño así como extraño lo que me hacías sentir. Pero tal vez sólo es eso, y tal vez no te extraño. Tal vez extraño, mejor dicho, los sentimientos que tenía hacía ti. Tal vez extraño el estar enamorada y creer que como te quería no podré hacerlo jamás. Y extraño los momentos donde no me hiciste daño y donde ni siquiera te creía capaz de hacerlo. Extraño no creer en nadie más que en ti y esas sonrisas estúpidas que brotaban desde mí. Extraño sentir que me extrañabas y el pensarte con una frecuencia insensata. Y podría decir que extraño eso y mucho más y sí, a veces te extraño pero luego regresas cuando te dejo de extrañar y recuerdo…
Recuerdo lo que pasó y de pronto no es tan necesario extrañarte. Y de pronto, tan de repente no hay argumento que me diga que mereces mis “te echo de menos”.
Lo mejor de recordar es que puedes regresar cuando lo deseas, nadie te puede robar o impedir eso. Quizá lo que más me impacta es que, siempre que vuelves, el recuerdo es diferente. Y si el recuerdo es diferente, uno lo acaba siendo también, porque ahí están tus raíces y si tus raíces cambian, también cambiará tu tronco…”

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