jueves, 27 de diciembre de 2012

Frío. Una tarde de frío...

Las personas somos, en buena medida como las nubes. Sí, no lo releas, como las nubes. Existen diferentes tipos, hay heterogeneidad. Existen nubes altas, bajas, medias, de desarrollo vertical, otras de desarrollo horizontal, estelas de vapor,… Muchos tipos. Hay nubes muy comunes, que encontramos en una gran mayoría de climas. Otras sin embargo, son extravagantes, como las lenticulares, lo que las hace en cierta medida especial.
Con las personas ocurre exactamente lo mismo. Hay diversos tipos de personas, y todos se pueden clasificar de un modo u otro. Cada grupo tiene unas características, y en ese subgrupo, otras. Luego están ese pequeño porcentaje de personas que no entran en una categoría: son diferentes. 
Además, las nubes no son siempre blancas, no tienen una misma forma ni color. Cambian, como las personas. Se enfadan, chocan entre ellas, se irritan, gritan, lloran y se desahogan. Como ocurriría con las nubes de una tormenta: llueve, hay truenos, rayos,… Pero después de la tormenta, siempre aparece la calma. 
Así que cuando encuentres a una persona diferente, a pesar de posibles tormentas que sucedan a lo largo del trascurso de la vida, no la dejes escapar. Porque, al fin y al cabo, la gente cambia, la esencia de la misma permanece y el apoyo mutuo debe ser incondicional…Porque al final de la tormenta, siempre se hace hueco la calma.


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