martes, 17 de enero de 2012

Todos recordamos los cuentos de nuestra infancia:

el zapato le cabe a Cenicienta, la rana se convierte en príncipe, a la Bella Durmiente la despiertan con un beso. Érase una vez y  vivieron felices, la materia de la que están hechas los sueños. El problema es que los cuentos no se hacen realidad; las otras historias, esas que comienzan en noches oscuras y tormentosas y tienen un final atroz, son las que parecen convertirse en realidad.

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