Me pones esa cara tan tuya, suplicándome clemencia, pidiendo que no te permita caer, caer en este abismo. Yo te abrazo, porque sé que lo necesitas, te estrecho a mi cuerpo, quiero demostrarte que no está mal querer a alguien. No tengas tanto miedo al amor. Está bien, aquí conmigo, ven. Me vuelves a mirar y ya no hay dolor, sólo deseo, sólo ganas de olvidar esa angustia que te llena el pecho y te hace dudar si seguir o parar. No quieres pensar, y yo tampoco si eso no es lo que te hace bien. Te dejo quererme porque sé que lo necesitas y en algún punto, yo también. Sabes cómo olvidarte de la tristeza, sabes cómo arrastrarme contigo al olvido.
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