
- ¿Entonces por qué tanto dolor?
-Se va, -dijo mientras se inundaba su mirada- odio cuando se va por lapsos indefinidos, no avisa y arrastra toda mi alma mal guardada en sus maletas. Sus palabras… son como un puñal, como una gran bofetada en mi mejilla derecha, tal agua fría cayendo sin piedad sobre mí, recorriendo mi cuerpo, congelándolo hasta llegar a mi corazón, provocando un pequeño paro en él. [...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario