El problema es que si me dijeras "me encantas" no podría creérmelo.
Ya no se cuándo es un juego y cuándo es verdad. Estoy perdida. ¡Espera! No he terminado. Dime que me quieres. Dímelo porque yo jamás me atreveré a decírtelo primero. Me daría miedo que pensaras que es un juego. Sálvame, te lo suplico.
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